El
más alto ejemplo del fervor popular torreonense lo constituye
el Cristo del Cerro de las Noas, concebido en 1973 por el sacerdote
José Rodríguez Tenorio y emplazado como monumento
arquitectónico, gracias al escultor Vladimir Alvarado, una
década después, a 220 metros sobre el ras de la ciudad
(1300 metros sobre el nivel del mar), siendo el segundo más
alto de Latino América con 21.80 metros de altura.
En
la ciudad de Torreón se levanta una mole pétrea,
obra de la naturaleza. Sobre este pedestal se yergue la majestuosa
figura del Cristo de las Noas, imagen que se
enmarca perfectamente en el escenario. A sus pies, se extiende
hasta el horizonte La Perla de La Laguna.
El
cerro debe su nombre a un tipo de cactus que ahí crece:
La Noa.
El
Cristo Redentor simboliza no sólo la fe católica,
sino una férrea voluntad de los torreonenses y la decisión
de un religioso. Es una obra regia una de las más grandes
de México en su tipo. Su realización fue posible
gracias al empeño del padre José Rodríguez
Tenorio, cuyo interés en fortalecer la devoción
de los laguneros en torno a Cristo lo llevó a promover
además un monumental centro religioso-turístico.
¡El
propósito de esta obra es llegar a lo invisible por medio
de lo visible!, explica el sacerdote, para reconocer en seguida:
¡Es mucho lo que se ha hecho para lo mucho que podría
hacerse!.
Hace
tres décadas llegó a Torreón. En 1973 se
dio a la tarea de cristalizar su proyecto. Tuvieron que transcurrir
varios años para poder dar forma a 580 toneladas de concreto
armado. Las propias dimensiones.