En
su ambiente claro o en sus días de polvosos ventarrones;
en sus noches siempre transparentes o entre el calor reverberante
aparece erguida la alta mole arquitectónica del Teatro
Isauro Martínez que sus edificadores describieron
como gótica, bizantina y morisca.
Don
Isauro Martínez comenzó la construcción
del teatro que lleva su nombre el primer día de febrero
de 1928. Lo inauguró el 7 de marzo de 1930.
Para
ponderar debidamente su obra el programa de mano de la fundación
inaugural decía así en la segunda fecha: "Torreón
puede enorgullecerse de contar con uno de los mejores teatros
de la república, digno de admirarse antes de ir a
buscar en él emociones sensorias que eleven el espíritu,
ayuden a cultivar la mente o alegran el corazón".
"Podríamos
decir que es un gran monumento artístico en el que
se aprecian creaciones que se dirigen a conmover por intermedio
de los ojos, tal es la escultura, la arquitectura y la pintura".
"Se
acordó emplear de preferencia en la decoración
el estilo oriental" advertían sus constructores
en la fecha de la inauguración. Pero la decoración
exterior e interior empezó a deteriorarse cuando
el flamante teatro fue vendido tras la muerte de su propietario
y fundador, a la Fundación Jenkins, organización
que le dio uso de sala cinematográfica durante veinte
años.
La
decrepitud fue vejando al Martínez hasta que los
estudiantes de la escuela de Ciencias Políticas de
la Universidad Autónoma de Coahuila, encabezados
por Alejandro Máynes, José de los Santos Medrano,
Sigfrido Macías Pérez y Marco Antonio San
Juan gestionaron en 1978 que fuera cedido a la ciudad.
La
casa de la Cultura de Torreón concluyó las
gestiones y el Martínez pasó a ser patrimonio
del INBA. En
1980 comenzó la rehabilitación mediante la
Secretaría de Asentamiento Humanos y Obras Públicas.
El 4 de Marzo de 1982 fue suspendida debido a la crisis
económica. Pero conscientes de la importancia y belleza
del edificio del Teatro Isauro Martínez los laguneros
se empeñaron en continuar la obra en pleno periodo
de crisis.
Se
formó un patronato para ello: a través de
ese organismo los laguneros asumieron una tarea difícil,
sabedores de que en esta región hay aridez pero no
esterilidad, menos cuando exhausta vocación de trabajo.
Así, gradualmente el Martínez ha ido recuperando
su esplendor.
El
trabajo de restauración de las pinturas murales y
la decoración, originales del artista español
Salvador Tarazona fué realizado meticulosamente por
un equipo encabezado por el maestro José Méndez
Orozco, pintor Lagunero. Su labor artística de remozamiento
fué fina y detallada respetando en todo momento la
obra original. José Méndez además la
sometió a un tratamiento que fijó la primitiva
pintura al temple.