El
Puente Colgante de Ojuela se encuentra al noreste del estado de
Durango, muy cerca de las grutas de Rosario, aledañas al
histórico pueblo de Mapimí. En 1898, el ingeniero
Santiago Minguín dirigió la obra de construcción.
Es un puente colgante de madera y acero y mide aproximadamente
una longitud de 318 metros por 1.80 de ancho. El puente descansa
en sus extremos sobre dos soportes llamados estribos.
Sobre
dichos estribos se apoyan las vigas y cables, que a su vez sostienen
el tablero. Las orillas laterales del tablero están cerradas
por medio de pretiles.
El
puente une a una mina abandonada (la Ojuela) con un pueblo, ahora
fantasma, que durante decenas de años, desde la época
de la Colonia, permitió la explotación de diversos
materiales. El Puente de Ojuela es una maravilla tecnológica
y un atractivo turístico.